Metáfora de un Objeto con Representación al Maestro
El maestro es la llave que abre toda cerradura, encaja en cualquiera de nosotros.
Sin ella, no entraríamos a lo desconocido, sin ella, solo nos mantendríamos en
los cuatro muros que nos vieron crecer, no tendríamos la opción de explorar
nuevos portones. Sin saber que con una llave no nos basta, llega a nuestras
vidas miles de ellas, y las encontramos por doquier, pero, ¿sabremos
aprovecharlas?, ¿tendremos la valentía de arriesgarnos y usarlas?, porque
llegara el día en que todas las llaves que acumulamos, nos sirvan para abrir
una grande, una gigantesca puerta, mientras mas llaves tengamos en nuestro
poder, más grande será la puerta, mas cerraduras se desarmaran, y podremos abrirnos
paso a conocer los colores, los nuevos, los que no sabíamos que existían antes,
pero que ahora nos iluminaran el rostro. Y les tomamos cariño, mucho cariño a
cada una de ellas, y las conservamos, por lo preciadas, en un lugar donde se
encuentran nuestros llaveros, allí las organizamos de menor a mayor, para
cuando necesitemos de una, sea la más pequeña que abra una caja de seguridad, o
una de las más grandes abra el candado de un corazón desarmado que se mantiene
unido por grilletes, pero que ahora nosotros sabremos armarlo, sabremos
defender. Y llegara otro día, uno muy importante, en que desearemos sacarle
copia a una que otra llave, y ofrecerla a otra persona que la necesite, que la
desee, y la cuide tal cual o mejor de lo que nosotros las cuidamos, ese día
conllevara a otro, donde ya estemos satisfechos con las que tenemos, y con las
habitaciones por las que recorrimos y descansamos, por las que sufrimos y
adoramos, y la mayoría de ellas las heredaremos, a nuestros frutos, a nuestros
capullos, con toda la bondad de mundo, y sabremos que es la hora de marcharnos,
de quedarnos con una sola llave, la más diminuta, que fue la más difícil de
crear, y nos abrirá el portón, el portón del inicio.
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